Esta obra fue escrita en 1886 por Robert L. Stevenson y, aunque es una novela muy cortita, se ha convertido en uno de los grandes clásicos de la literatura, tanto por su increíble historia y su tema central como por su gran narración.
En momentos complicados como el que estamos viviendo, un libro así es el idóneo para evadirte, para trasladarte a ese Londres con calles desoladas y habitaciones en penumbra, que puede que no sea el mejor escenario, pero son calles y la historia que transcurre por ellas es fascinante.
El éxito de esta novela radica en la actualidad de su trama, ya que puede extrapolarse a cualquier época aunque fuera escrita hace casi 140 años. Esto me hace reflexionar sobre por qué siempre hemos tenido la necesidad de mostrar nuestro lado bueno cuando en realidad todos albergamos esa parte oscura reprimida en nuestro interior.
Gracias a este libro he aprendido que aunque todos nos hacemos una idea de cómo es el ser humano, hay tantos ejemplos como personas en el mundo. Así, Stevenson no solo nos muestra la dualidad de la naturaleza humana en el protagonista, sino que indirectamente lo hace con otros personajes también, lo que me ha ayudado a ver más clara la idea de que esta obra está en nosotros, nos define a cada uno y nos enseña que todo es cuestión de equilibrio.
Clara Pastoriza Téllez
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