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El viaje nuevo

Meditaba al son de las olas, la brisa se hacía dueña de mi pelo, mientras que, de mis pensamientos, por una vez, yo era la dueña; es por ello que comencé a escribir eso que pasaba por mi cabeza, una página más en el libro de mi vida, y un crecimiento de mi propio ser. El honor de leerme ahora les concedo:


La vida se hallaba en mi interior, sentí una semilla de la que brotaban los sentimientos de un mundo que había despertado en un segundo, de una locura soñada; y yo simplemente, pensaba que los libros de historia, ahora, tendrían una página más.


La locura soñada me llevó consigo a un universo lleno de dolor, miedo y angustia, empañado y tintado de esperanza y solidaridad. Aquél viaje con la locura me hizo pisar el suelo, a la vez que el mundo caía; me hizo vivir lo que ahora me cambia, y me hizo entender el sentido de mi existencia. Lo cierto es que, paseé de un lugar a otro cargada de una maleta, donde llevaba a mi yo más profundo, paseé de aquí para allá viendo un mundo desorbitado dueño del descontrol y fue entonces, cuando el viaje se tiñó de un negro acaramelado presidido por el miedo, mi miedo, el cual se describía como, el más fino pánico por ver como el descontrol se hacía dueño de la oportunidad de demostrar que, el ser humano es un ser muy especial. Al mismo tiempo, veía como si de un time-lapse se tratase, despedidas de historias e ilusiones convertidas en recuerdos, las cuales, hacían que mi viaje se convirtiese en una experiencia personal en la que participaban mil y una historias más, que me acompañaban como súbditos implorando mi recuerdo por siempre y mi ayuda a contagiar los valores que ellos habían dejado en sus pisadas. Y sin quererlo el miedo se apoderó de mi persona, mientras yo buscaba ese rincón donde dejarlo atrás, por un puñado de esperanza, la cual también, fue mi dueña.


Esperanza, esa luz que encontraba camuflada dentro de todo aquello que observaba en el viaje, yo sentía ésta como la cuerda a la que me aferraba antes de tocar el suelo; y mi más fiel amiga, compañera de lágrimas, risas, recuerdos y añoranzas. Esperanza,

era en quien pensaba cada noche antes de cerrar mis ojos, soñando con que siguiera siendo la dueña del mundo por y para siempre. Esperanza, mi más fiel aliada y el sentimiento mutuo de un mundo amenazado por el miedo y atraído por la bella profundidad de esta virtud. Esperanza, quien pintó almas rotas y calmó tempestades con su canto. Esperanza, fue la que me ayudó a levantarme y seguir con mi viaje; ella fue quien hacía de mis pasos algo gigante; ella dibujó el más bello sueño de un mundo bocabajo con espejos hacía el cielo. Esperanza, mi compañera en sueños y mi creadora de realidades. Esperanza, sé tú la luz del mundo, cuando éste se encuentre apagado.


Ahora, déjenme que les diga que, ésta página será el comienzo de un nuevo capítulo, donde aquella maleta esté cargada de valores que mil y una pisadas dejaron en mí; un capítulo donde el viaje vivido sea el comienzo de la verdadera vida que nos espera; donde se relate la expansión de las virtudes que ahora presentamos; un capítulo que tendrá título libre, de manera que cada cual exponga su nuevo comienzo de la manera que desee, marcando así, el sentido de su existencia; un capítulo donde seamos más personas que nunca; el capítulo, de la vida.


Pastora Garrochena Macías




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