Para mí el término escritura es más que una palabra, pues lleva implícita mi libertad. Ese sentimiento que hace que nos sintamos únicos y que nos da el infinito poder de volar con nuestra imaginación e incluso decidir nuestro destino.
Soy una persona algo introvertida aunque, si me siento cómoda, puedo ser muy sociable, quizás esto resulte contradictorio, ¿no? Siempre he sido puramente de ciencias, dedicada a soñar con la idea de ser médico desde que tengo uso de razón, pero llegó un punto en mi vida en el que necesitaba reflexionar y me resultaba difícil comunicarme con mi entorno, entonces empecé a escribir, escribía lo que sentía en el momento que sabía que lo necesitaba, y así surgió una pasión por las letras que aunque era oculta para el resto, para mí era un símbolo de libertad propia que me ayudaba a superar todo aquello que no podía mi propia mente.
Mi abuela por parte de madre, a quien le debo mi nombre, superó duras situaciones en su vida gracias a la poesía, todo un ejemplo donde las haya, en cambio yo no lo hacía a modo de poema, sino que simplemente plasmaba unas cuantas palabras, que para mí tenían sentido, sobre un papel que quedaba guardado en el fondo de un cajón que jamás nadie abría.
Me parece maravilloso, cómo algo tan sencillo y a la vez tan complejo puede hacer que alguien se sienta tranquila y en paz consigo misma. Las letras me han enseñado a disfrutar de mí día a día, me han enseñado a soltar, a no ser rencorosa, a saber valorar aquello que tengo, pero lo más importante me han ayudado a ser yo misma, me han demostrado que la belleza a veces no reside en lo que mostramos sino en lo que ocultamos al mundo.
Manuela Oliva Portes
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