Y, de repente, un día pasa.
Te das cuenta de que, lo que te dolía,
el tren de la vida lo arrancó de su vía
y todo lo que sea pensar en eso atrasa.
Y, de repente, un día pasa
que ya no miras el móvil
para ver los buenos días,
que ya te miras en el espejo y dices:
«Hoy es mi día»,
Y, de repente, un día pasa
que te das cuenta de que el recuerdo y el olvido van de la mano,
que el rencor no es sano,
y que tu sonrisa, a los demás, traspasa y atrapa.
Y, de repente, un día pasa
que ya de nada vale el arrepentimiento,
que eso pasó en su momento
y que, si te culpas por eso, lo nuevo fracasa.
¡Y, de repente, un día pasa que contigo
solo te basta!
Marina Burguillo Martín
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